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sábado, 20 de agosto de 2011

“Femicide”: Speaking the Unspeakable - Primera Parte

“Femicide”: Speaking the Unspeakable
(“Feminicidio”: Hablando lo Indescriptible)

Jane Caputi and Diana E. H. Russell

Primera Parte

El presente ensayo es uno de los primeros trabajos que propone un término particular para designar los crímenes de odio en contra de las mujeres. Esta primera entrega será seguida por una segunda y última. ¡Esperámos que les guste!

Una vez la novelista canadiense Margaret Atwood preguntó a un amigo por qué los hombres se sentían amenazados por las mujeres, a lo que él respondió “ellos tienen miedo de que las mujeres se rían de ellos”. Luego ella le hizo la misma pregunta a un grupo de mujeres, a lo que ellas respondieron “nosotras tenemos miedo de ser asesinadas”.

         A pesar de lo desproporcionado, estos miedos están profundamente relacionados, como fue demostrado en 1989 en la Universidad de Montreal. Ese día Marc Lèpine, un aficionado del juego de video de combate de 25 años se vistió para la guerra y se apresuró hacia la escuela de ingeniería. En un salón, separó a las mujeres de los hombres, ordenando a los hombres que salieran, para luego gritarles a las mujeres “ustedes todas son unas malditas feministas”, después abrió fuego contra ellas. Durante media hora, Lépine asesinó a catorce jóvenes mujeres y dejo heridos a nueve mujeres y a cuatro hombres, para finalmente suicidarse. Una nota suicida de tres páginas culpaba a las mujeres de todos sus fracasos, pues él se había sentido desdeñado. Asimismo, fue encontrada una lista de las quince mujeres más prominentes de Canadá.

         No pudiendo completar su solicitud a la escuela de ingeniería, Lépine se sintió humillado por las mujeres las cuales él definió como “feministas”, debido a que ellas habían entrado a un territorio tradicionalmente masculino. Su reacción a la erosión masculina blanca fue letal; y a su vez fue eminentemente política.

         Como consecuencias de la masacre, los reportajes periodísticos regularmente negaban la naturaleza política de los crímenes, citando comentarios como los del novelista canadiense Mordecai Richler: “Fue el acto de un completo demente que no conlleva a ninguna posible explicación”, esto a pesar de las claras explicaciones de Lépine acerca de sus propios actos. No es el punto el odio individual de los asesino. En una sociedad racista y sexista, los sicóticos frecuentemente exteriorizan el racismo ubicuo y la misoginia, actitudes que usualmente ven legitimadas.

         Los asesinatos de Lépine fueron crímenes de odio, cuyo objetivo radicaba en el género, no en la raza, la religión, características étnicas o la orientación sexual. Cuando los asesinatos o agresiones en base al racismo ocurren, nadie se cuestiona si el perpetrador está loco o si ha tenido alguna experiencia personal desagradable con alguien de ascendencia afroamericana o judía. La mayoría entiende que las agresiones están motivadas por objetivos políticos. De igual forma, la motivación de la violencia en contra de las mujeres (conciente o no), es la preservación de la supremacía masculina.

         Las primeros análisis feministas de la violación, expusieron los mitos que es un crimen de atracción frustrada, una provocación de la víctima, o una incontrolable urgencia natural, perpetrado por sólo un aberrante margen. La violación es una expresión directa de las políticas sexuales, una reivindicación de las normas masculinas, y una forma de terrorismo que preserva en status quo de género.

         Al igual que la violación sexual, los asesinatos de mujeres a manos de sus esposos, amantes, padres, conocidos, y extraños no son productos de alguna forma inexplicable de desviación. El asesinato es simplemente la forma más extrema del terrorismo sexista. Es necesario un nuevo término que refleje esta comprensión política. Pensamos que femicide (feminicidio) describe mejor los asesinatos de mujeres perpetrados por hombres y motivados por el odio, el desprecio, el placer o el sentido de posesión sobre la mujer. El feminicidio incluye el asesinato a través de la mutilación o el maltrato físico e incluye la violación cuando la víctima fallece. La quema de brujas en Europa, la inmolación histórica y contemporánea de las novias y viudas en la India, los “crímenes de honor” en algunos países latinos y del Medio Oriente, donde las mujeres al haber perdido la virginidad eran algunas veces asesinadas por miembros masculinos de sus familias.

         La general identificación masculina con los asesinos demuestra cuán enraizado el feminicidio existe en la cultura sexista, por ejemplo, una estudiante de ingeniería, Celeste Brosseau, quien se había quejado por el sexismo en la facultad de ingeniería de la Universidad de Alberta, fue objeto de cientos de sus “compañeros” estudiantes que coreaban “Disparen a la perra”, cuando ella participó en una reunión de ingeniería de noche de parodia después de los asesinatos de Lépine.

         La misoginia que motiva la violencia en contra de las mujeres, también distorsiona la cobertura de tales crímenes. Las violaciones sexuales, el feminicidio y la agresión son ignorados o sensacionalizado por la prensa, dependiendo de la raza de la víctima, la clase social y su aspecto físico (en cuanto a su atractivo).

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